viernes, 17 de mayo de 2013

Entre las estrellas

Está en la perspectiva de una niña de siete años.


Entre las estrellas


Mamá termina de meter las maletas en el coche, y nos hace subirnos a mano y a mí. Se monta y papá, que ya está dentro, arranca el coche. Me pongo a cantar tratando de hacer más entretenido el viaje, y entonces una persona me pasa por la cabeza.

-Mamá, ¿dónde está tito?

Ella mira a papá y niega suavemente con la cabeza.

-Tito está en el hospital, hija.

-¿Por qué?-pregunto asustada.

-Por nada-responde, desviando ligeramente la mirada-. Sólo ha sido un susto. Mañana estará con nosotros.

-¿De verdad?

-De verdad.

Asiento, tranquila, y balanceo las piernas mirando la carretera. Si mamá lo dice...
*-*-*-*-*-*


Papá y mamá nos dejan en casa de tita Telma. Mano baja del coche con una cara algo triste, y me pregunto si le pasa algo. Pero como empezamos a jugar con el primo Luis y su cara se alegra un poco, no le digo nada.

A la hora de comer papá y mamá aún no han vuelto, y le pregunto a mano sobre eso. Él dice que están en el hospital con tito.

-Pero si tito viene mañana, ¿por qué van hoy?-replico.

Él se encoge de hombros y se va a la cocina para ayudar a tita Telma a poner la mesa. Comemos en silencio.

Terminamos de comer y, un rato después, tita Telma se va y nos deja jugando. Sin querer, me golpeo fuertemente contra la pared y comienza a salir mucha sangre de mi boca. Mano llama a tita Telma y ella vuelve muy asustada. Me limpian la sangre y me miro al espejo. Y entonces comienzo a llorar, en parte porque mis dientes han quedado hacia fuera y me veo fea, en parte porque duele muchísimo. No sé describir el dolor, pero es muy fuerte.

Tita Telma me abraza y me calmo. Se me han quitado las ganas de jugar, a pesar de que mano y Luis siguen haciéndolo una vez pasado el susto. Simplemente me siento en el sofá, elevo mis rodillas hasta el pecho y pienso en lo fea que me veo ahora y en el qué dirán.

La hora de la cena llega, y papá y mamá regresan. Ellos inmediatamente me preguntan cómo estoy y, cuando miran mi boca, se asustan mucho. Pero yo ya me he olvidado de mi boca, pues pienso en algo totalmente diferente.

-¿Cómo está tito, mamá? Regresa mañana, ¿verdad?

Papá y mamá se miran, y mamá me abraza. Un mal presentimiento se adueña de mí.

-Amelia...-susurra, y me abraza más fuerte aún.

En ese mismo momento comprendo lo que está pasando. Me han mentido. Me suelto bruscamente de su abrazo y comienzo a chillar:

-¿Dónde está tito, mamá? ¿Dónde está?

-Amelia, tito... se ha ido al cielo.

Yo sé qué significa eso. Lo sé muy bien. Y entonces el mundo se me viene encima, y el pecho comienza a doler. No es un dolor como el de la boca. Es mil veces peor. Comienzo a llorar, gritando.

-Dime que no es verdad. DIME QUE NO ES VERDAD.

Mamá niega con la cabeza, y yo me tiro a sus brazos. Ella me rodea y seguimos así un largo rato, hasta que me separa y me dice:

-Debes ser fuerte.

Y yo asiento bañada en lágrimas.
*-*-*-*-*-*


Esta noche no he cenado porque siento demasiado dolor. He deseado irme con él, pero comprendo que la vida sigue.

Pero sigue sin nuestros juegos. Sin sus abrazos. Sin él.

No voy a volver a verle nunca más, y creo que eso es lo que más me duele. Me levanto de la cama y subo corriendo a la terraza. Mamá dijo que tito se fue al cielo, y pienso que quizá, si miro en él, podré verle. Observo las estrellas y, justo en ese instante, la más brillante comienza a parpadear. Sé que, de una forma u otra, él está mirándome.

Comienzo a llorar y bajo. Trato de dormirme, aún con lágrimas en los ojos, y lo logro. Por favor, que todo sea un sueño... Pero, a pesar de todo, me despierto y todo es real.
*-*-*-*-*-*-*


A partir de entonces, todas y cada una de las noches he mirado las estrellas. Y la más brillante siempre parpadea.

Aunque no puedo decirle a una estrella que la quiero.

El pecho sigue doliendo, a pesar de que el dolor de la boca desapareció. Supongo que es porque no se pueden comparar. Cuando te amputan un brazo o una pierna siempre duele, y muchas veces lo sientes ahí, pero sabes que no está, y deseas su vuelta. Y eso es justo lo que me pasa a mí: que una parte de mi corazón ahora está en el cielo, en la estrella que más brilla. Tan cerca y tan lejos. Y sé que nunca traeré esa parte de regreso, sino que estará allá arriba para siempre. Que por mucho que lo desee, no va a volver.

Porque esa parte le corresponde a él, y él está entre las estrellas.

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